lunes, 28 de junio de 2010

Nueva administración



Pues nos fuimos al Encuentro de Mujeres después de 6 meses de inactividad. Recuerdo haber estado tan nerviosa como si fuera la primera vez. 4 años de experiencia en el servicio de pronto parecía ser parte de la memoria de alguien más y sólo por alguna extraña razón yo conservaba recuerdos de alguien más que lo vivió en mi lugar.


Otra manera, otras reglas, nuevas instrucciones y nueva administración. A veces es difícil ceder tu lugar y losd erechos que crees que te has ganado por la experiencia y los años de antigüedad, sin embargo es Dios quien quita y quien pone, y cuando aceptas esta realidad y decides seguir adelante venga lo que venga, como venga y de quien venga, Dios reconoce tu actitud y te topas con una nueva dimensión, con un nivel diferente y revelaciones que te demuestran que Dios siempre recompensa y siempre respalda a quienes le amamos.


Lo que sí me queda claro es que prefiero ver el poder de mi Dios con mis propios ojos, alguna vez me valí solo de la fe, sólo de creer, pero una vez que además de eso LO VES entonces ya nada es igual y no puedes anhelar menos que esa gloria que lograste vivir y palpar. De alguna manera Dios me hizo sentir privilegiada por lo que me ha dejado aprender, discernir, ver y hacer. Cómo es que al lado de El somos alguien tan pequeño, tan insignificante y aun así el se fija y deposita su confianza en uno. ¿Quién soy yo para que me mires!?


En resúmen, vieron ángeles una y otra vez cantar y guerrear, yo los escuché. Escucharon el canto de Dios, El me prometió abrir mis oidos para escucharle y luego me encomendaría hacer llegar el mensaje a su pueblo. Sentí el fuego de Dios, me pidió repartirlo y luego me dejó notar su dolor ante la insensibilidad. Me dejó impartir de Su autoridad no sin antes confirmarme personalmente mi posición de soldado guerrero, con autoridad y espada revestida de El, al frente de la batalla. Ángeles protegían el lugar de los demonios que querían entrar y su libertad era derramada en el interior.


En conclusión, yo prefiero la lucha cuerpo a cuerpo contra los demonios que la lucha silenciosa. Prefiero los forcejeos, la escupidera, los gritos, el vómito y la revolcada que el "sin manifestarse" Y es que prefiero ver y que la gente vea con sus propios ojos la inmundicia donde estaban metidas y el poder transformador y libertador de Dios. Prefiero el dolor de garganta de tanto cantar que el dolor de trasero por pasar el tiempo sentada; y es que en definitiva, el arma de guerra que es la alabanza, Dios me la ha dado y me la ha revelado y el poder de su alabanza es innegable; la alabanza y la danza limpia, liberta, rompe cadenas, destruye fortalezas y desquicia a los demonios, simplemente los corre!


Algunas cosas tendrán que ser cambiadas y otras reacomodadas, pero lo cierto que es de igual manera Dios hace su obra perfecta.


Gracias Señor por la evidente transformación de tantas vidas y corazones. ¡¡Amo servirte!!

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