jueves, 24 de diciembre de 2009

•◘ Encuentros


A uno o dos meses de haber llegado a la iglesia, el pastor nos ofreció hacer los Encuentros. ¿Será que detrás de todo estuvo Dios? Claro que sí! Me acuerdo que cuando nos lo propuso, nos contó como Dios le habló de nosotras y que ya tenía un par de semanas de haber recibido la instrucción del Señor pero se estaba resisitiendo a obedecer -hehe-. Para nosotros fue una palmadita de Dios en la espalda, fue un respiro, fue como ver la luz al final del túnel. ¡Nos urgía ponernos a trabajar! ¡Anhelábamos volver a meternos días enteros en Su presencia! ¡Volver a perstarle nuestras voces, pies y manos para transformar vidas!


Ha sido un camino accidentado, donde los que esperábamos nos apoyaran no lo han hecho, donde hemos sentido el desprecio, la soledad y el "ninguneo" de ciertas personas; pero Dios ha estado ahí y no necesitamos nada más. Todo ha sido más lento de que esperábamos, creímos que todo iba a ser fácil y de multitudes, pero no ha sido así, aunque en definitiva, la gloria de Dios ha sido mayor.


Si la memoria no me falla, este año entramos a unos 5 encuentros (todos de mujeres porque los varones aun no se animan). Hemos tenido encuentros de 2 y hasta 9 personas, aunque preparamos siempre para 20 o 40 (por fe no quedamos! jeje) Lo cierto es que no importa la cantidad de personas, sino la disposición del corazón, para que Dios descienda y toque con su dedo la tierra. ¡Hemos visto cosas verdaderamente increíbles!


El primer encuentro preferimos no contarlo porque la gente fue apática y no dejaron a Dios meter su mano a sus corazones para hacer lo que tenía que hacer. Todo se resume a: Preferimos ministrar a brujas que a gente religiosa -Palabras sabias de D.Z. 2009. Pero cómo recuerdo lo que aprendí esa ocasión, cuando mi corazón explotó de celo de Dios, cuando sentí ese fuego dentro de mí al ver la cautividad, cuando me llené de valor y coraje contra Satanás y salió de mi esa intercesión tan poderosa que rompió grilletes, que quebró el concreto que mantenía sus pies atados al piso.


Al siguiente encuentro sencillamente Jesús estuvo entre nosotros: Liberaciones y sanidades sobrenaturales y una palabra profética a todas las que estábamos ahi (encuentristas y servidoras), Dios habló a cada una respondiendo oraciones y peticiones de tiempo atrás, consolando y fortaleciendo para lo que vendría. Algo que nunca antes había visto ni conocido. El Señor nos enseñó a hacer las liberaciones y nos corrigió en algunas cosas; pude ver cómo tiene cuidado de cada uno de nosotros, no sólo al ver cómo escucha cada oración y entiende cada situación, sino que, además, tiene el cuidado de no exhibir ni avergonzar a la gente, pues revelaba algunas cosas en público y otras (como lo que me dijo a mi) lo hacía en secreto. Esa ocasión, me habló de cómo me ve, de lo que soy para él y cómo le gusta mi servicio y el ministerio que me ha dado, me habló de mi amado y nuestra relación y los planes que tiene para él. --Cabe decir que de una u otra manera, cada cosa se ha confirmado y/o sucedido ya (para aquellos que dudan que haya sido palabra de Dios)--


Los demás encuentros se revuelven en mi cabeza, pero recuerdo cómo el Espíritu Santo me enseñó a profetizar en medio de la adoración, ha afinado mi discernimiento a lo que él quiere, me ha tirado en el suelo por largos minutos hablándome de nosotras, de lo que quiere, de lo que ve, de lo que nos regala y nos demanda.


Este último encuentro, como todos, fue diferente. Tuvimos sólo a dos participantes, pero una de ellas requería de la atención de muchas servidoras: cuando danzaba, su libertad era tal que se sentía volar y comenzaba a girar y a girar como trompo a una velocidad impresionante, hasta que sus pies no podían más y había que cuidar que no cayera. En un momento como ese, con los ojos aun cerrados, abrazaba a alguna de las servidoras y comenzaba a girar con ella hasta que Dios también nos ministraba. A todas nos tocó. A mi nunca me había pasado, pero yo también estaba ahi, tirada en el suelo por mucho tiempo y riendome de tanta felicidad. Ese día Dios reparó muchos corazones y cambió muchos lamentos por gozo y alegría.


Ese día, el pastor nos acompañó, predicó y me vio actuar en la mini obra que presentamos. Ese día, cascadas de plata cayeron sobre mí. Amen.


Después de 3 años de ir a los Encuentros, ninguno ha sido igual. En este lugar, la manifestación física del Espíritu Santo no es tan evidente, pero, curiosamente, ahora la gente no sólo sale llena de gozo, sino con hermosos dones activados y en pleno funcionamiento. -Increíble- El pastor nos cuenta de gente que ha conocido en el pasado y en otros lugares; mujeres muy usadas en liberación, dones de interpretación de lenguas, personas que ven visiones o que profetizan cantando, etc.... ejem... pastor: en casa ya tiene lo propio! ;)


Días antes de entrar al encuentro, el Señor le habló a mi mamá y le mostraba un galardón de esos que portan los soldados en el uniforme. Le hablaba sobre un nuevo nivel de autoridad, sobre ser elevada de posición en medio de Su pueblo. Dentro del encuentro, Dios se nos reveló como el Capitán, el Comandante en Jefe y hacía llamado a sus soldados a formar filas, yo la hice de interprete a lo que Dios le mostraba a mi mamá y comencé a ministrar a las hermanas según me decía el Señor, y mientras lo hacía, veía como el hombro de un saco de soldado con su galardón puesto que era lo que Dios estaba colocando sobre nosotros. Era una Presencia impresionante, fue un momento hermoso! Dios nos elevó a todas al siguiente nivel de autoridad, ya no sólo soldados razos, sino en el siguiente escalón. "Comandante de miles" le dijo a una de nosotras mientras todas presentabamos nuestra espada delante de nuestro Capitán: Jehová de los Ejércitos.

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