lunes, 13 de octubre de 2008

El loco y el perro


El título de esta entrada me sonó a título de best-seller, pero no, no es así. El loco y el perro son mis dos traumas matitunos. La cosa es más o menos así:


El Loco

Este peculiar señor vive enfrente de la parada de mi camión, por lo tanto lo veo a diario. Y es que por muy temprano que es, él ya está despierto y en la calle, a veces sentado en la banqueta, a av veces caminando o a veces observando a la gente desde el techo de su casa. No soy doctora ni tengo el mínimo de estudios al respecto pero yo diría que padece esquizofrenia o algo así. El asunto es que una vez que me ve caminando en dirección a "su" esquina, él comienza a caminar también hacia mí, no digo en mi dirección, sino directamente hacia mi, y una vez q me tiene cerca se detiene y me orilla a pasar muy muuuuy cerca de él y es molesto. Cuando está asi de cerca susurra algo que no logro entender y como lo ignoro comienza a gritarme cosas que tampoco entiendo y se rie, o se burla, no sé, pero su risa da miedo.


El Perro

Un par de casas antes de llegar a la "esquina del loco" vive un perro salchicha, de esos chaparritos de cuerpo alargado y flaco, es color negro y no sabe hacer otra cosa que ladrar. Tiene el particular hábito de quedarse parado muy quietecito justo a la mitad de la calle, por lo tanto, no importa de qué lado de la calle camine, me tiene igual de cerca. Una vez que me ve acercame noto como comienza a prepararse y "marcha" con sus patitas sin cambiar de lugar y poco a poco va mostrando sus colmillos. Cuando pasas junto a él no hay de otra más que esperar a que se lance directo a los tobillos con lo que no me deja otra opción más que correrle. Cabe decir que aún en su status "tranquilo" el perro tiene cara de amargado, no se si se pueda esto pero es así, con el ceño fruncido y toda la cosa.


Todas las mañanas sufría con este par hasta que un buen día, al ver a lo lejos al perrito y adivinar que más adelante estaría el loquito, hice una oración a Jesus en mi corazón: >Señor, por favor que el perro no me muerda, ¡es más! que me ignore, como si no me viera. Tampoco me pongas frente a ese señor, mételo a su casa o mantenlo alejado o por lo menos que no me grite nada<. Pasé junto al perro y nada pasó, ni siquiera me volteó a ver. Me acerque a la "esquina del loco" y éste se cruzó la calle al extremo opuesto de mi y siguió su camino. Desde entonces, sin importarme que tan raro sea, yo le pido a Dios que me guarde de este par y así ha sido. ¿Quien dice que Dios sólo auxilia en los grandes problemas? Si Él lo que quiere es que dependamos de Él sin importar la gravedad o el tamaño del asunto. Y es así, yo dependo de Él.

3 efectos secundarios:

Isa dijo...

Mi niña preciosa, cada uno de nuestros problemas son grandes para nosotros, no importa lo que piensen los demás, pero has hallado la respuesta correcta: ¡acudir a nuestro Padre Celestial! ¡bien por ti preciosa!
Besitos.

GUSMAR SOSA dijo...

Que bueno, yo también quiero aprender a depender de él, aun en los detalles que parecen menores.Saludos.

Anónimo dijo...

Me encanto la historia.Yo tambien pido por las pequeñas cosas de mi mundo.
Muchos saludos =)

 
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